El acta de fundación del C.A.V.P. está fechada el 20 de julio de 1933. ------------------------------------------------------- "Peones somos de la misteriosa partida de ajedrez que juega Dios. Nos mueve, nos detiene, nos eleva y nos arroja después, uno a uno, al abismo de la Nada. Omar Khayyám - Rubaiyat"
jueves, septiembre 02, 2010
Homenaje a José Taschetta y Omar Peluffo
El miercoles 1 de Septiembre se llevó a cabo un homenaje al Presidente y Vice del Círculo de Ajedrez de Villa del Parque, Don José Taschetta y Don Omar Peluffo, como agradecimiento a la labor llevada a cabo por los últimos 10 años en no dejar que el club desapareciera en un momento crítico de la institución.
En singulares y emotivas palabras de Taschetta, hizo un resumen de su paso por el Club, evocando a los amigos más cercanos que aún hoy están y a los que lamentablemente ya no nos acompañan más.
A su vez Peluffo hizo hincapié en hacer extensivo el agradecimiento al gran colaborador Enrique Blusztein, quien también los asiste en la Fundación que ellos llevan adelante para chicos de la calle.
Don José Taschetta, una vez más, hizo una invitación a que los más jovenes tomen la iniciativa de la conducción del club.
En el marco del agasajo, el socio Carlos Benincasa "El mago Charly" deleitó con un show singular, el socio Osvaldo Soler cantó dos tangos muy lindos, el socio Hebert Pérez envió un saludo en video desde Holanda que se proyectó durante la noche y el socio Roberto Pagura leyó algunas palabras en donde también se homenajeó a las esposas de los ajedrecistas con el texto "nuestra primera dama".
Cabe destacar la iniciativa de 4 socios en la organización del evento, don Félix Fiszman, don Roberto Pagura, don Gustavo Aguila y el amigo Nestor Spagnuolo.
A continuación sendos reportajes publicados en los números 39 y 60 de "Nuestro Círculo", dirigida por el Arq. Roberto Pagura.
JOSÉ TASCHETTA
No podíamos, en esta serie de reportajes a personajes del Círculo de Ajedrez de Villa del Parque, dejar de entrevistar a su actual Presidente, nuestro amigo José Taschetta. De la vieja guardia, es una de las figuras más representativas del club, por su esforzada e ininterrumpida labor en pro de la Institución que pronto cumplirá 70 años de vida. Seguidamente responde así a nuestras preguntas:
¿Cómo y cuándo te iniciaste en el ajedrez?
Mi cuñado (Ricardo “Lucho” Belsito) me enseñó a jugar ajedrez, pero no lo practiqué hasta que un día de 1958 (tenía 16 años) al bajar del ómnibus en Helguera y Nogoyá vi el CAVP y me animé a entrar. Potnou me invitó a jugar. Como es habitual, me dejó ganar alguna partida y perdí las restantes, pero desde ese momento quedé atrapado por el ajedrez.
¿Qué fue y qué es el ajedrez ahora para vos?
Estudiaba en el Industrial 4 y jugaba al fútbol en el Deportivo Español (1ra.B) donde entrenaba y llegué a salir con el equipo de primera como suplente de Abraham (ex arquero de Independiente) a quien tuve que reemplazar por lesión en algún partido. Por eso practicaba ajedrez ocasionalmente, pero en los ratos libres y durante los viajes estudiaba con los libros de Roberto Grau. Recuerdo que al negro Gentile le llamaba la atención que un jugador de fútbol se interesara por el ajedrez.
Mi búsqueda por la perfección de planes y jugadas durante cada partida convirtió siempre al reloj en mi verdugo. Sé que muchos rivales juegan cualquier cosa pero rápido, especulando con esa ventaja. No me preocupo, disfruto pretendiendo hacer las mejores jugadas y no sufro por dejar caer un éxito junto a la aguja de mi reloj.
Encontré en el ajedrez un vehículo para mantener activo el vínculo con amigos y estoy convencido de que el día que me tiente una mala reacción contra algún rival, dejaré de jugarlo para siempre.
Por esa misma razón nunca toleré la “soberbia del ajedrecista”, puesta de manifiesto a menudo por algunos engreídos.
¿Cuáles fueron tus mayores satisfac-ciones como ajedrecista o como socio del CAVP?
Jugué las eliminatorias para el juvenil y en las instancias previas me dejó afuera Jorge Rubinetti, quien luego salió Campeón Juvenil Argentino y jugó el mundial.
Llegué a ser jugador de primera después de muchos años y muy competitivos torneos.
Recuerdo la despedida que en 1976 me hicieron en el local de San Nicolás, cuando, después de ser apremiado por un grupo paramilitar durante la represión, decidí irme del país con mi familia a Puerto Ordaz (Venezuela). Allí, donde viví 4 años, gané varios torneos y hasta llegué a obtener la clasificación, representando a la zona del hierro, para jugar por Venezuela en las olimpiadas que en 1978 se jugaron en Buenos Aires; pero luego me dejaron afuera, al mejor estilo venezolano, por ser lo que ya sabían: Argentino. Luego, para la misma olimpiada y fieles a esa costumbre, viajaron dos equipos venezolanos (uno de ellos comandado por M. A. Quinteros) que pelearon por jugar hasta el mismo día de inicio del torneo.
¿Qué cosas de tu paso por el C.A.V.P. recordás con más cariño?
Las mejores satisfacciones que recibí provinieron de la amistad de personas que no olvido, como Giménez, Moyano, Santomauro, Orlandi, Aguila, Reides, Pagura, Sabetto, Rubinetti, Gentile, Abeijón, Paolucci, De Feo, Dátola, Peyrouton, Abramson, Precerutti, Barbagallo, Asensio, Bozzo, Pérez, Pesce, Foguelman, Peluffo y Blusztein. Ya conocen mi especial estima por Aníbal Baroli, a quien por su bonhomía, permanente buen humor y sentido de la amistad, nunca olvidaré. Los pocos que seguimos reuniéndonos los viernes, recordamos todas sus bromas, humoradas y divertimentos ajedrecísticos, algunos de las cuales he comentado en un número anterior de Nuestro Círculo.
Estimé al maestro Falzarano y sus torneos de “apertura obligada”, con quien durante mi servicio militar en Zapala jugué 2 partidas por correspondencia, que finalizamos intercambiándonos en mano los sobres, tiempo después de haber salido de baja.
Valoro la sana actitud y entrega, así como el esfuerzo y sacrificio de amigos como Félix Fiszman, Guillermo Sinardi y Osvaldo Soler, con quienes tuve el gusto de colaborar en las comisiones directivas que encabezaron con extrema entrega personal.
Recuerdo que Fiszman, en una de sus acostumbradas apariciones sorpresivas por Helguera, en las madrugadas, encontró timbeando a varios jóvenes (creo recordar que entre otros estaban Bartolozzi, Precerutti y Rozemblat) y pidió una sanción “moralizadora”, a la cual me opuse, ganándome su enojo.
También a la esposa de Soler que, sobrellevando su enfermedad, siempre acompañó a su marido en Simbrón, constituyendo para mí una actitud poco común dentro de las mujeres de los ajedrecistas.
Algunos de los nombrados ya no están, pero a los otros siempre los apreciaré aunque, por distintas razones, no puedan o no quieran acompañarme en la actualidad.
¿Tu familia te acompaña en tu actividad como jugador o presidente del club?
A mi esposa (37 años de casado) nunca le gustó mi dedicación al ajedrez y mucho menos que fuera dirigente. Afortunadamente tiene mucha consideración y apoya todos mis esfuerzos por el club.
¿Qué podés decir de tu actuación como directivo del club?
Cumplí funciones directivas en épocas buenas y de las otras. De las primeras recuerdo con alegría cuando para jugar había que esperar mesa y la cantidad de jugadores por torneo obligaban a dividirlos por zonas. Y de las otras, tengo bajo mi responsabilidad una parte, la actual, que no permite retener y mucho menos incrementar la cantidad de socios activos. Observo la falta de recambio a través de la incorporación de jóvenes (como sucedía en aquellos tiempos) dispuestos a trabajar en la organización y atención de torneos, además de colaborar con el mantenimiento del club.
¿Cuáles son los mayores problemas que debiste afrontar como tal?
Participé de los últimos rescates para evitar la desaparición del CAVP, como cuando tuvimos que dejar Mediterráneo (Nogoyá y Cuenca) debido a la falta de rédito del permisionario gastronómico, y junto a Gimenez, Rubinetti y Sinardi conseguimos trasladarnos a Simbrón, lugar que requirió mucho trabajo para ponerlo en condiciones. Luego, cuando por resultar inconveniente continuar en Simbrón decidimos alquilar en Baigorria, junto a un grupo de valientes (Barbagallo, Blusztein, Baroli y Peluffo) pusimos de garantía nuestras propiedades que, cabe mencionar, en cierto momento estuvieron a punto de ser ejecutadas.
La precipitada salida de Baigorria, debida al viaje a España de Enrique Asensio, y el desinterés generalizado, obligó a que junto a Peluffo buscáramos alternativas rápidas, entre las cuales elegimos aceptar el ofrecimiento de mi amigo Alfredo Pugliese, entonces Presidente del Club Pacífico, quien nos dio allí el lugar que hoy ocupamos y así evitar una vez más la desaparición anunciada.
¿Cuál es tu mayor preocupación actual?
Estoy preocupado por el desinterés de muchos en asumir responsabilidades de gestión que facilitarían los reemplazos dirigenciales necesarios. Nuestra situación actual podría mejorar si otros se sumaran al esfuerzo con participación y trabajo, para beneficio del Círculo.
OMAR PELUFFO
Omar Peluffo forma parte de la vieja guardia del Círculo de Villa del Parque que lo tiene como socio desde el año 1971. Pero no lo entrevistamos por “antiguo”, sino porque siempre estuvo animado por ese espíritu creativo y solidario que en otras épocas era atributo de los más jóvenes.
Tanto en funciones directivas como en las tareas del diario quehacer en un club que sólo pudo y puede sostenerse por el esfuerzo de unos pocos, Peluffo se distinguió justamente por eso, haciendo de todo para el club con la naturalidad que siempre fue su norma y refleja en su semblante de hombre tranquilo y bonachón cual aparece en la foto que encabeza esta nota.
Hoy dedica sus horas libres a dar una mano en el club y asistir a “chicos de la calle” desde la presidencia de la Asociación que lleva ese nombre donde es secundado por nuestros amigos Taschetta y Blusztein.
- ¿Cómo fueron tus comienzos con el ajedrez?
- Mi padre, siendo yo pequeño, me hablaba a menudo del match Alekhine-Capablanca (1927), que él tuvo la fortuna de presenciar. Así me transmitió su admiración por José Raúl Capablanca, facilitándome libros sobre sus partidas, así como los primeros números de la revista Caissa de la década del treinta.
- ¿Cómo continuaste después?
- Durante la época del secundario lo jugaba ocasionalmente, porque me dediqué más a los deportes físicos. Jugué varios años al volley en primera, pero debí dejarlo a causa de algunas lesiones.
Un día, viajando en el ya extinguido colectivo 125, pasé por la calle Helguera donde ví unos juegos de ajedrez dispuestos sobre mesas en la vereda del club. Me bajé y entré por primera vez al Círculo.
- ¿A quiénes recordás de esa época?
- El primero que traté fue Nitty, a quien le comuniqué que deseaba hacerme socio. Inmediatamente me puso frente a un jugador para probarme. Era Tokumi Yamasawa, quien me dió tal paliza que me dejó con los ojos oblicuos, pero para el otro lado. Entonces se me presentó el dilema de todos los que concurren por primera vez a un club de ajedrez. ¿Me quedo para aprender o salgo corriendo?
Elegí lo primero. Y poco a poco fui aprendiendo, dándome cuenta de lo poco que sabía antes. Los que más me ayudaron en esos días fueron Cayetano D'Agostino, que poco tiempo después falleció trágicamente, y Roberto Marcos, con el cual me sentí unido por una gran amistad durante veinte años.
Luego empecé a jugar los torneos clasificatorios, que eran bastante difíciles para mí. En el primero iba bien, pero me caí en las últimas partidas. Al mes siguiente insistí y me clasifiqué para ascender a tercera. En el torneo de esta categoría que se realizó a continuación terminé invicto y ascendí a segunda. Y, ya que estaba, jugué también este torneo, consiguiendo el 50% de los puntos que me permitió quedarme efectivo. Al mismo tiempo participaba en casi todos los matches que realizaba el Círculo, pero tuve que replantear todo porque estaba empezando a descuidar trabajo y familia. Entonces me dispuse a jugar ping-pongs, y a "divertirme" con varios socios, casi siempre con la complicidad de Aníbal Baroli.
Llegó después la época de San Nicolás, en mi opinión la mejor del club. Recuerdo las comidas de los domingos y los asados, proyectados y realizados en la madrugada.
Durante esa época jugaba ajedrez "serio", y pude participar en algunos torneos de primera categoría.
Comencé a colaborar desde la comisión directiva y en todo momento gané amigos, muchos amigos, algunos que ya no están, pero que recuerdo con mucho cariño.
¿Qué representa para vos el ajedrez?
Para mí no deja de ser un juego, un juego mental que mejora la concentración, y cuya metodología ayuda para ordenar pensamientos y conductas. Algunas personas deben tener cuidado de no ser absorbidas por el interés del juego, pues el mismo las encierra aún más.
¿Qué soluciones ves para el crecimiento de clubes como el nuestro?
Según mi modesta opinión, no se puede hablar de crecimiento según lo vemos nosotros, porque las acciones de la vida actual son distintas, ni mejores ni peores, pero distintas.
Todo es diferente en la época de la computadora y la Internet. Lo que nos queda a nosotros, educados con la regla de cálculo y la tabla de logaritmos, es seguir manejando las cosas como siempre, y que las nuevas generaciones saquen lo más provechoso y modernicen lo que es obsoleto.
(Nros 39 y 60 de “NUESTRO CÍRCULO”)
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